52Km de sendas por la naturaleza.
Suena el despertador, son las 06:00 hora local, tras descansar mal, hacía calor en la habitación, y porque no decirlo, los correspondientes nervios, me dispongo a comenzar con el ritual: desayuno, aseo personal y equiparse para la carrera, aunque con escasas ganas de tomar nada, voy masticando una barrita, un plátano y bebiendo aquarius; ya equipado, me despido de la familia y bajo al encuentro de los compañeros.
Al llegar a la calle ya se ve el ambiente de corredores y corredoras esperando por los autobuses que nos llevarían hasta la zona de salida en Lobios, mis compañeros Bandera y Canido, es decir, Antonio y Roberto, ya están dejando las cosas en el coche.
Nos vamos distribuyendo en los autobuses asignados por dorsales, así a mi me toco el primero y a mis compañeros el segundo; partimos y todos vamos sumidos en nuestros pensamientos, hasta que el conductor pone un vídeo de una especie de encierros de toros y la gente se suelta riéndose de los golpes y cornadas que propinaban los toros, no se veían graves.
Tras hora y media de autobús, el cual realizo alguna que otra parada, para evacuar aguas menores y algún que otro mareo, llegamos a Lobios, ya todos los buses que habían salido mas tarde se encontraban allí y los compañeros presto para partir, rápidamente me preparo: vaselina entre los dedos de los pies, un último pis, acopio de kleenex, un gel y vaselina para el camino, dejo la mochila en el bus y me reuno con los compañeros: Antonio, Roberto y el maestro Manuel, de Santiago, un experto en esto de los trails; una foto con el amigo Moutinho, vestido para la ocasión de centurión romano; al poco rato el Cesar, Jose Ribeiro, llama nuestra atención para proceder al ritual de salida: lee un pergamino y al grito de Ave Cesar, se da la salida.
La primera parte de la carrera empieza llaneando paralela al río y continúa subiendo entre prados con zonas estrechas y pozas de barro y agua; en líneas generales los corredores empiezan suave, sabiendo que queda un largo camino por recorrer. Hasta el primer avituallamiento en Portela do Homen, frontera entre Portugal y Galicia, voy siguiendo la estela de Manuel, y casi sin darme cuenta he perdido a mis compañeros Antonio y Roberto; en el primer avituallamiento, solo con agua, esta Moutinho dando ánimos.
Manuel se adelanta unos metros y yo le sigo atrás, comenzamos una bajada técnica con muchas piedras y a la vez estrecha, bajo con alegría, pues aun estamos frescos, durante la bajada noto que unas arenas han entrado en la zapatilla y busco un lugar para detenerme a quitarlas, es en este momento cuando pierdo de vista a Manuel, al cual no volvería ver hasta llegar a meta.
Al llegar a la calle ya se ve el ambiente de corredores y corredoras esperando por los autobuses que nos llevarían hasta la zona de salida en Lobios, mis compañeros Bandera y Canido, es decir, Antonio y Roberto, ya están dejando las cosas en el coche.
Nos vamos distribuyendo en los autobuses asignados por dorsales, así a mi me toco el primero y a mis compañeros el segundo; partimos y todos vamos sumidos en nuestros pensamientos, hasta que el conductor pone un vídeo de una especie de encierros de toros y la gente se suelta riéndose de los golpes y cornadas que propinaban los toros, no se veían graves.
Tras hora y media de autobús, el cual realizo alguna que otra parada, para evacuar aguas menores y algún que otro mareo, llegamos a Lobios, ya todos los buses que habían salido mas tarde se encontraban allí y los compañeros presto para partir, rápidamente me preparo: vaselina entre los dedos de los pies, un último pis, acopio de kleenex, un gel y vaselina para el camino, dejo la mochila en el bus y me reuno con los compañeros: Antonio, Roberto y el maestro Manuel, de Santiago, un experto en esto de los trails; una foto con el amigo Moutinho, vestido para la ocasión de centurión romano; al poco rato el Cesar, Jose Ribeiro, llama nuestra atención para proceder al ritual de salida: lee un pergamino y al grito de Ave Cesar, se da la salida.
La primera parte de la carrera empieza llaneando paralela al río y continúa subiendo entre prados con zonas estrechas y pozas de barro y agua; en líneas generales los corredores empiezan suave, sabiendo que queda un largo camino por recorrer. Hasta el primer avituallamiento en Portela do Homen, frontera entre Portugal y Galicia, voy siguiendo la estela de Manuel, y casi sin darme cuenta he perdido a mis compañeros Antonio y Roberto; en el primer avituallamiento, solo con agua, esta Moutinho dando ánimos.
Manuel se adelanta unos metros y yo le sigo atrás, comenzamos una bajada técnica con muchas piedras y a la vez estrecha, bajo con alegría, pues aun estamos frescos, durante la bajada noto que unas arenas han entrado en la zapatilla y busco un lugar para detenerme a quitarlas, es en este momento cuando pierdo de vista a Manuel, al cual no volvería ver hasta llegar a meta.
Me quedo en tierra de nadie, solo; al rato me tengo que volver a parar, pues se me había aflojado un poco el cordón, cuando lo estoy atando me pasa un portugués: tudo ben, le respondo que si y le sigo a escasos metros, aunque su ritmo es mas vivo; llegamos al primer punto de control (1:29:31), antes de cruzar el puente del río Homen; a partir de aquí tomamos una carreta de tierra por la cual, de vez en cuando pasan coches levantando polvo molesto, por aquí se corre bien, marco kilómetros a ritmos de 4´55, se alternan zonas de sombra y sol.
Llegamos a otra bajada técnica, la cual a pesar de su dificultad, bajo bien, al final de esta se encuentra el 2º punto de control (1:54:04): Enfilamos un camino entre piedras rodeado por un bosque quemado, la estampa de los arboles negros es desoladora, al fondo el embalse de Vilarinho das Furnas, llegamos a una zona donde recorremos una carretera asfaltada hasta llegar al Campo do Geres, donde se encuentra el tercer punto de control (2:40:15) y zona de avituallamiento muy abundante, repongo fuerzas: Isostar, membrillo, naranja, plátano y una barrita para el camino, me lo tomo con calma; salgo caminando y hasta poco antes de la famosa Quebrada, hay que salvar un desnivel de 7 metros, producto de un deslizamiento de tierras.
Voy solo alternando el trote con la caminata, son momentos de bajón físico y sicológico, nueva parada para quitar piedras, en ese momento me alcanza un grupo de portugueses, 3 hombres y una mujer, la que seria primera mujer en meta; me animo a seguirlos, sobre todo por no ir solo, llegamos a la quebrada y la subo sin dificultad, echando mano a las raíces, no es para tanto el obstáculo, continuo con ellos por unos caminos embarrados, pero bonitos de correr, vamos trotando hasta el 4º punto de control (03:58:36); salgo un poco antes que ellos, aunque luego me volverían a adelantar ; sigo alternando momentos a trota y momentos a caminar, el calor se deja sentir, y en cada avituallamiento me bebo 2 vasos de isostar y trato de tomar algo solido; llego así al 5º punto de control (04:52:06); a partir de aquí llegamos a un largo camino a pleno sol y sin sombras, aunque camino con paso apurado, aprovecho para disfrutar del entorno, no me apetece sufrir mucho y pienso en la familia que me está esperando, camino a ritmo de 9´30” y me adelanta uno corriendo, aunque creo que él iba a 8´30”, no mas, muy lentamente lo voy perdiendo de vista. Sigo solo, y esto es lo peor, si lo unimos al calor sofocante y el cansancio, menudo trio. Entro en un bosque de eucaliptos y aquí aparece una nueva dificultad: una subida, señalizada con un 10%,voy caminando; llego así al último avituallamiento en el cual me dicen que faltan 5kms, vuelta a subir de nuevo al monte, en solitario, y llegamos ya a la última bajada técnica, las lluvias del invierno dejaron las piedras sueltas y grandes surcos en el camino; a trote, y con sumo cuidado, voy en busca de la meta, ya se oye la música y se divisan las piscinas donde estaba situado el final de la aventura, de nuevo, y con alegría, cruzo un bosque trotando; había gente animando y sacando fotos, mas tarde descubrí, a través de un blog, que uno de ellos tuvo que abandonar, a escasos 200m de la salida, por un problema de hemorragia nasal; en la última subida alcanzo un portugués, antes había adelantado a otro corredor, cruzamos unas palabras: menudo calor, y nos damos ánimos: força, con un paso mas apurado le voy dejando atrás, empieza una bajada por entre casas y por unos caminos estrechos, alcanzo a uno de los portugueses, con el cual había compartido camino con anterioridad, iba acompañado de otro corredor, sigo detrás de ellos y, tras bajar unas escaleras, llegamos a la carretera de Caldelas a escasos 200 metros de meta, allí veo a la familia del otro lado de la acera: Pili y Andrea sacando una foto, Yolanda y Gerardo, todos animando: GRACIAS,
llamo por Andrea para que me acompañe hasta la meta, es la primera vez que lo hago y me siento feliz, son momentos muy difíciles de describir, emotivos; de la mano recorremos esos últimos metros, la gente aplaude y entramos en el recinto de las piscinas donde está situado el control de meta, pico en 06h00´03”, recojo diploma, abundante avituallamiento.
Estoy cansado y mis pulmones no son capaces de llenarse, me cuesta inspirar profundamente, las piernas bastante bien, aprovechando que no hay nadie, me dan un masaje y me voy a la ducha.
Luego comimos todos juntos, aunque no tenía hambre, si bastante sed y la cerveza fresca entraba mejor que algo sólido; mientras estábamos en la mesa, que Manuel había cogido, llega Antonio y voy a darle un abrazo, mas tarde llegaría Roberto, y ya todos juntos compartimos mesa con un par de amigos mas, Pablo y su esposa Belen, con los cuales habíamos coincidido en una andaina en Tuy. Departimos tranquilamente recuperándonos del esfuerzo.
Gracias a Pili, Andrea, Yolanda y Gerardo, a mis compañeros Antonio y Roberto, y al amigo Manuel.
Gracias, finalmente al amigo Moutinho por hacer posible esta aventura.